El Gobierno alemán se ha propuesto que nazcan más niños y para conseguirlo ha apostado por incrementar los incentivos directos a las familias y ampliar los horarios escolares. Las medidas han sido un éxito.



Una de las primeras lecciones de un libro de texto alemán de hace unos años se titulaba Die Deutschen schrumpfen (Los alemanes encogen). Con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo, no es rara la convicción de que los teutones se extinguen poco a poco.

Alemania todavía está lejos de los 1,6 niños por mujer necesarios para equilibrar la natalidad con la mortalidad. Pero en 2007 se rompió la tendencia decreciente y en 2008 continuó: en esos años nacieron 12.000 y 16.000 niños más respectivamente. Entre 2006 y 2007, el índice de natalidad por mujer pasó de 1,33 a 1,37 y ahora el país germano trata de acercarse al índice francés y al de algunos estados escandinavos, que han alcanzado los 1,9 hijos por mujer.


Ese aumento “no es para tirar cohetes”, reconoce la ministra de Familia, Ursula von der Leyen, pero refleja que algo está cambiando en Alemania. Además, los hombres, hasta ahora más reacios a procrear, aumentan las ganas de ser padres.El secreto de esta evolución radica en una política de incentivos directos a la familia y en la extensión de la red de guarderías, junto a la ampliación de horarios escolares. La iniciativa comenzó durante la legislatura anterior –con el Gobierno socialdemócrata y verde– y la actual gran coalición –democristianos y socialdemócratas– la ha intensificado.


Sueldo sustitutivoUno de los instrumentos que parece haber tenido más éxito es la implantación del sueldo sustitutivo para los padres que decidan quedarse en casa durante el primer año de vida del bebé. Desde 2007, el Estado proporciona al progenitor que lo solicite el 80% del sueldo bruto que percibía antes del nacimiento, hasta un máximo de 1.800 euros.

El Ejecutivo entrega al progenitor el 80% del sueldo bruto que percibía antes del nacimiento


Este salario abarca doce meses, ampliable a 14, si el padre comparte con la madre este período. La idea es incorporar a los varones en las tareas de crianza y que las familias de ingresos medios y altos tengan hijos. Y a juzgar por las estadísticas, la medida es un éxito.


Los niños nacidos en los dos últimos años son, mayoritariamente, de madres de entre 33 y 40 años, con formaciones medias y altas. Daniel Mirten es uno de los miles de hombres que durante 2008 dejó unos meses su empleo para cambiar pañales, dar biberones y pasear a su hija. Él es ingeniero y su mujer abogada. “Nadie tiene hijos por dinero, pero sin este incentivo nos hubiera costado más decidirnos y yo no hubiera podido disfrutar de los primeros meses de vida de Celia”, asegura. Mirten pertenece a ese 20% más de hombres que en los dos últimos años ha solicitado esta posibilidad para estar en los primeros meses de vida de su hijo.


Aunque el cambio parezca pequeño, las encuestas descubren una nueva generación de alemanes. Según el Monitor Familiar Allensbach de 2008, el 75% de los hombres de edades comprendidas entre 15 y 42 años desearían que se ampliara el período de sueldo sustitutivo para compartir con su pareja los cuidados del recién nacido.


Pero este no es único dinero que reciben las familias alemanas. También está el llamado Kindergeld –ayuda para la educación infantil–, que el Estado, en cooperación con los ayuntamientos, da en mano a cada familia desde el nacimiento del niño hasta los 18 ó 24 años, si éste decide estudiar. Además, desde el 1 de enero, la ayuda se ha ampliado a 144 euros mensuales para el primero y segundo hijo; asciende hasta 170 para el tercero y es de 195 a partir del cuarto.

Una sólida política de familia puede elevar el crecimiento económico un 0,5% anual

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