Dentro de cinco meses, se celebrará en Valencia el V Encuentro Mundial de las Familias con el Papa. Desde el día 1 al 9 de julio, Valencia será capital mundial de las familias, y siendo los actos centrales los que tendrán lugar en la Ciudad de las Artes y de las Ciencias los días 8 y 9, en que se celebrará el encuentro festivo y testimonial y la misa celebrada por Benedicto XVI.Estamos viviendo unos meses de preparación intensa y extensa. La intensidad deriva de la importancia de este acontecimiento, con la inexorable ayuda del calendario, que obliga a tener todo preparado para esa fecha. La preparación extensa deriva del ámbito mundial, como lo demuestra la atención preferente que ya le otorgan los medios de comunicación de los cinco continentes. Hacia Valencia se dirigen ya muchas miradas, de todo el mundo, y estamos todavía a cinco meses de su celebración.

Al gabinete de comunicación, ubicado en el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, acuden o se dirigen periodistas de todos los medios. Muchos me preguntan o solicitan información utilizando un vocablo que es un denominador común, destacando sobre los demás: el “reto” organizativo y de comunicación que supone para Valencia y para la Comunidad Valenciana.

Hace unos meses, tal vez se diluía en el futuro la importancia de este encuentro, o más concretamente las personas o instituciones para las que, de verdad, es un “reto”. Eludo sistemáticamente que se me aplique a mí esa palabra para mi trabajo de comunicación, aunque es preciso reconocer que tiene una alta dosis estimulante, pero es para todo el equipo del gabinete, en su mayoría periodistas que voluntariamente aportan su experiencia en la medida que se lo permiten sus ocupaciones. Es un reto informativo, y así lo entienden todos los medios de comunicación de la Comunidad Valenciana, y muchos colegas que aportan su trabajo o lo harán más adelante.

Lo que de verdad conmueve, precisamente a quienes cumplimos gustosamente con el deber de informar, es la movilización generalizada de personas e instituciones para que el reto colectivo que supone un encuentro mundial cumpla con su finalidad, que es renovar y fortalecer las familias.

Estoy convencido de que habrá el número suficiente de voluntarios. En encuentros similares han sido precisos unos 20.000 voluntarios. En estos momentos, ya hay 3.500 voluntarios inscritos, de todas las edades y continentes.

A todo voluntario le parece poco lo que él pueda hacer en comparación con el gran bien que supone para la humanidad este acontecimiento, y desde luego para la Comunidad Valenciana. Se van inscribiendo grupos de los países más variados, en las parroquias se reciben ofrecimientos de casas, en el comité organizador recibimos propuestas de ornamentación, para que sean unos días muy solidarios, festivos y alegres, para quienes asistan y para quienes sigan los actos por los medios de comunicación.

Las familias buscan en la Iglesia una luz renovada. Sin lugar a dudas, un gran regalo para todos, y en particular para las familias, es la primera encíclica de Benedicto XVI, que lleva por título Deus caritas est , que desarrolla la relación del amor de Dios con la realidad del amor humano.

La familia es la señal del nivel moral de la sociedad. Por diversas causas que no es el momento de analizar, en los últimos años la familia se ha visto afectada en aspectos básicos y la mirada se dirige de nuevo a la familia cristiana. Es lo que ofrece la Iglesia: aclarar y reforzar las realidades naturales, con serenidad y con argumentos.

El principal argumento de la familia cristiana es su felicidad, que no es sinónimo de ausencia de dificultades. La familia cristiana no es algo utópico, idílica, pero imposible en nuestra cultura. Para ofrecer esa realidad, hemos organizado la Feria Internacional de las Familias, que se celebrará en Feria Valencia del 1 al 7 de julio, y que constituye una novedad en la celebración de este tipo de encuentros mundiales. Esta feria es un “reto” más, que ojalá sea pionera de ferias similares en el futuro.

La familia ha experimentado un deterioro, que hay que atribuir sobre todo al triunfo de un relativismo moral aliado con una comodidad generalizada. La disminución de la natalidad hasta cifras preocupantes y el creciente número de rupturas matrimoniales, revelan un triunfo de la comodidad, y tam

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